“El estudio del folclore musical chileno tuvo su base en una tarea de recopilación de registros de campo, a cargo de los investigadores de planta de dicha institución. Estos registros, junto a los de folcloristas y estudiosos independientes que donaron su material a la Universidad, en un gesto que dice mucho acerca del sentido patriótico de su trabajo, constituyeron el Archivo Sonoro al cual nos referimos. Dentro del grueso de recopiladores que engrosaron este acervo patrimonial se encuentran Manuel Dannemann, Héctor Pavez, Raquel Barros, Ercilia Moreno Cha, Violeta Parra, Carlos Lavín, Jorge Urrutia Blondel, Margot Loyola, María Ester Grebe, Leopoldo Castedo, por nombrar a los más conocidos. Dicha colección de cintas está compuesta por registros de músicas tradicionales en diversos contextos -sobre todo, en fiestas populares religiosas- entrevistas a cultores, y en menor grado, músicas indígenas y tradicional-urbanas, recogidos con regularidad desde la década de 1940 hasta 1970. A ello se agregan materiales donados durante la dictadura militar, hasta 1988 aproximamadamente, los que cubren geográficamente desde el extremo norte de Chile hasta el Archipiélago de Chiloé. El AMTCh, por su doble procedencia, funcionó la mayor parte del tiempo como fuente primaria para el trabajo de especialistas e investigadores, los que en general expusieron sus resultados en las aulas y en publicaciones. Sirvió además como fuente de repertorios para los conjuntos y solistas intérpretes que se encargarían de difundir el folclore chileno al público desde los escenarios. Ambas áreas convergieron en la educación escolar, en la que, a modo de ejemplo, la enseñanza de bailes folclóricos -que todos hemos recibido- y particularmente la coreografía de estos, surgen de políticas educacionales sustentadas en este principio identitario.”
(León y Ramos 2011: 26)
«Frente a un un archivo sonoro de difícil acceso, contenido en soportes obsoletos y en una peligrosa situación de deterioro material, es que a fines del año 2005 se conformó el equipo Atempo, compuesto por profesionales de las áreas de Musicología, Antropología, Historia, Sonido y Conservación Audiovisual, al alero del Centro de Documentación e Investigación (CEDIM) (…) Gracias a recursos obtenidos del Ministerio de Educación (Mineduc) por medio del Fondo de Desarrollo Institucional FDI-2005, se realizó el rescate de las cintas.»
(León y Ramos 2011: 27)
Fuente: León, Mariana; Ramos, Ignacio. «Sonidos de un Chile profundo. Hacia un análisis crítico del Archivo Sonoro de Música Tradicional Chilena en relación a la conformación del folclore en Chile.» Revista Musical Chilena, año LXV, N° 215, (Enero-Junio, 2011): 23-39.